Todos mis miedos
- Alfonso E. Bocanegra Gamboa
- 6 mar 2017
- 3 Min. de lectura
Tengo miedo a amanecer de mañana y no verte, a creer ciegamente que te has ido y que tu figura en la cama no está más, ha desaparecido y se fue a Santiago, Barú o Las Islas Ballestas a veranear todos los amores que nunca conoció.
Tengo miedo a quedarme sin Killa uno de estos días, que sus ladridos no suenen cuando alguien se asoma por la puerta o alguien osa meterse en mi camino en el camino del parque, que su pelota no resuene por toda la casa y ella con sus patitas tan delgadas se disloque y me mire como solo ella sabe mirar, con el alma de sus ojos.
Tengo miedo a quedarme sin aliento en un beso y a no satisfacer cada verso de los poemas que escribo todas las noches para ti, a entusiasmarme tanto contigo que un día cualquiera el entusiasmo se convierta en amor al odio y allí si estaría en problemas.
Tengo miedo a que mamá no me timbre al celular para que le devuelva la llamada, tengo miedo a que me llame y me diga que decidió irse, las edades de las madres siempre son dudosas cuando de salud se trata, por eso mi temor es creer que un día cualquiera se vaya y no me deje dicho: “Alfonso, tiende tu cama”.
Tengo miedo a quedarme sin mí en este capricho de quedarme contigo, rasguñarme el alma de tanto y tanto querer, de tanto y tanto amar, de tanto y tanto que no sé cuándo es mucho.
Tengo miedo a los puentes, a los normales, a los que la gente pasa apurada y sin temores, a ellos les temo, tiemblo y dudo, camino y sufro, espero que pasen todos, así tenga que esperar muchas horas y le ruego al dios de todos los dioses que no existen que si se llega a caer por lo menos me quede el rostro para que me reconozcan en la morgue.
Tengo miedo al olvido, que siempre como dicen por ahí tiene un poco de memoria, a que un día un alumno pase por la calle y comente con el del lado: “Él es mi profesor” y no recalque algún adjetivo por el que lucho a diario, aunque sea el menos sincero y el más grotesco: “…era chévere”.
Tengo miedo a que un día sin pretextos me mires mal o no me quieras mirar, te juro que yo no les digo nada a ellas, pero ¿qué planes tendrán para esta noche?
Tengo miedo a no cumplir con lo que creo, a creer que es tan difícil que en lo sencillo me perderé, que unos puntos delante de un jurado que no conozco definirán mi bienestar emocional o la noche vendrá cargadas de muchos alprazolanes.
Tengo miedo por ellos, los que confían en mí, los que creen que todo puedo hacerlo, cuando ni yo mismo sé lo que vengo haciendo, por ellos que piensan que a mi lado la seguridad está declarada y que los miedos no existen, si existen diariamente, pero también puedo sacarles la mierda y salir adelante con la cabeza debajo de ser un miedoso y con la cabeza arriba de ser tan valiente como para vencerlos.
Tengo miedo a que mañana en vez de pollo me sirvan cuy, le tengo miedo a la mentira.
Tengo miedo a que un día cualquiera, uno de esos días en los que uno no quiera vivir, se le ocurra al destino hacerme caso y me deje sin esta vida que a veces puede ser muy mierda, pero que es vida al fin y al cabo y queda jugarle un buen partido los dos tiempos de 45.
Tengo miedo al granito de mi pierna que desde hace varios años crece, pero que no dice nada, el doctor tampoco me da respuestas porque no quiero hacerle preguntas, si el día tiene que llegar que llegue como todo lo que es hermoso en la vida, es decir, sin darnos cuenta.
Me tengo miedo a mí mismo, y lucho contra mí, contra mis defectos que descojonan mis virtudes y contra mis virtudes que al ser tan pocas disipan mis manos y mis ganas de decir: ¡Ya basta!
Tengo muchos miedos, hasta al ratón que camina por ahí debajo de nuestros pies, tengo muchos miedos, pero el verdadero temor, el papá de todos, el que me aqueja todos los días a la mañana, por la tarde y madrugada es: ¿Estaré realmente viviendo lo que me toca vivir?
Tengo miedo, por eso vivo, sufro, amo, crezco, palpito, creo, me acongojo, me divierto y sobre todo me impresiono, es esa la clave de la vida.

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