Guía práctica para no extrañar a alguien
- Alfonso E. Bocanegra Gamboa
- 13 ago 2017
- 3 Min. de lectura
Camina por la casa un rato y busca algo que a los dos les guste, una foto, un anillo, un motivo para sonreír que no sea solo el espejo y tu horrible manera de vestir, su colonia nueva o simplemente échate a la cama y recuerda cada instante a su lado, seguro te hará sentir peor, ¿pero quién dijo que extrañar era para sentirse feliz?
Toma tu celular, encuentra la foto más reciente y mírala por cinco minutos, luego decide que sean cinco más y luego cinco más, de repente aparece en tus sueños cuando decidas dormir y bailen un tango o una salsa de Zaperoko, aunque no sepas bailar, pero bailen, sientas su cuerpo nuevamente y te des cuenta que ella es ese amor que buscas, que esperaste y que ahora esperas que vuelva a decirte: “Mi amor, vamos a cenar”.
Intenta leer cualquier libro, apuesto que todo te recuerda a ella, hasta las páginas más insignificantes del último libro de Capote que quieres leer, encuentra entre tus libros alguno que hayan leído juntos o que te haya regalado y recuerda ese momento hermoso en donde te dijo: “¿vas a seguir leyendo?, estoy aquí por si acaso” y renegarás contigo mismo por no darte cuenta que “estaba ahí”.
No comiences a mirar películas porque su recuerdo aparecerá en cada escena, en cada paso, en cada una de las parejas que aparecen o simplemente en el primer “mi amor” de alguien, no esperes curarte viendo películas, porque el frío que te cagas será cada vez peor.
Si piensas salir a la calle ponte casaca, si el frío es muy frío en invierno es más frío aún si andas solo, camina por el parque y mira como todas esas parejas disfrutan de su amor que para ti ahora no está, busca un teléfono público, llámala y espera que te conteste para decirle: “Prometo que es la última vez que te vas sola” y espera su respuesta: “Pobrecito mi amor, ya voy para allá”. Cuelga el teléfono, se te acabaron las monedas.
Si quieres regresa a casa, prepárate algo para tomar o toma un poco de yogurt de fresa que quedo en la refrigeradora, ella lo tomó último, algo te queda de su boca, échate al sillón de uno para que la soledad no apremie en el otro y caliéntate un poco de agua para tomar un té, tómalo en el cuarto, porque el peor enemigo de la soledad es una mesa llena de sillas cuando estás solo. Tómate el té e intenta dormir.
De madrugada apaga la luz, cuenta ovejas, cuenta soles, cuenta días, intenta no pensar en ella, porque los ojos se hacen vidriosos pensando: “Sí algún día esto fuera para siempre”, no te tomes las cosas tan en serio, intenta dormir, que se viene una madrugada difícil y esta tiene seis horas.
Despiértate y date cuenta que ella no está a tu lado, la almohada no es lo mismo, su ropa no es lo mismo, tú no eres el mismo sin ella y tienes que darte cuenta que la has empezado a extrañar desde que el bus arrancó y te mandó ese beso hermoso con su mano y tu señalaste tu corazón.
No quiero buscar en el diccionario que significa “Extrañar”, seguramente me dará términos tan exactos que no definirán nada, me hará sentir como si la vida fuera exacta, como si la razón fuera exacta, como si esta casa tan vacía tendría una explicación, un “por qué” y un “para qué” andar, la extraño y sé que esta noche volveré a dormir, por eso me gustaría que mañana al despertar esté a mi lado, porque ahora mismo, frente a la computadora puedo decir lo que ella siempre me dice y que yo por idiota a veces no hago caso: “Ven abrázame, que tengo frío” y la añadiría: “Esta almohada huele a ti, pero no me besa, no me dice mi amor y no quiere escuchar mis cuentos, poemas e incoherencias”.
No tardes, que esta casa sin ti, son solo paredes, una al lado de la otra.

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