Ángeles que tocan la puerta
- alfonsoebocanegrag
- 14 dic 2017
- 4 Min. de lectura
Hay personas que pasan por tu vida, hay otras que se quedan y hay algunas que no quieren irse, disimulan su cariño por uno, con un abrazo o un mensaje en el WhatsApp preguntando: ¿Todo bien?, te esperan a la entrada del trabajo, te saludan y hasta te dan una palmada en la espalda para esperar que tú le digas: ¿Qué tal?, esas personas, las impredecibles son las que causan milagros duraderos que a veces duran para toda la vida.
Esas personitas pequeñas para el mundo, pero grandes para uno se asoman en tu ventana cuando les preguntas por dinero y se preocupan como si ese problema financiero fuera suyo, gastan su tiempo y su saldo del celular para ayudarte y hasta se ponen como escudos en medio de estas balas llamadas billetes, que todo el mundo quiere, pero no todo el mundo te quiere prestar, estos ángeles son tu aval, para el dinero y para las circunstancias que ese amigo maldito llamado dinero tiene para ti.
Ellos te buscan y esperan lo mejor de ti, a pesar que a veces dudes que algo bueno puedas dar, ellos te empujan, se apasionan por tu trabajo y te gritan a la cara y muy literalmente a la cara: ¡Créetela huevón! Y te toca sonreír porque has encontrado algo más que un fan, has encontrado una persona honesta que quiere verte triunfar.
Los puedes encontrar en tus peores días, esos en los que no quieres ni siquiera asomarte a la puerta de tu casa a hablar con nadie, pero tienes que hacerlo, esos días en donde piensas que es de noche hasta en la mañana y luego te escriben diciéndote: “Ya te hice el depósito, utilízalo para bien”, esos ángeles que se enojan de todo y con todo, te aman a su manera, aunque no lo digan o no lo quieran expresar, tienen tu sangre y esperan también como muchos que no la tienen que un día sin ningún pretexto cumpleañero le invites un café, en el mejor café de Lima que no se el Starbucks.
Se quedan callados a la mitad de la conversación, observándote detenidamente para luego decirte: “Tú no estás bien”, detectan tus pasos cansados y tu nueva figura a causa del doble trabajo, siguen riéndose con tus bromas y a la hora del almuerzo te buscan para decirte: “Vamos a almorzar que yo invito”, no necesitan que digas nada, solo que aceptes que son ángeles que no vienen del cielo, ni tienen alas, caminan como tú por la tierra y te cuidan, bien calladitos.
Están también aquellos que se te acercan sin motivo alguno y te dicen que todo siempre va a estar bien, y te lo repites y te lo repiten para que tu subconsciente lo digiera y lo tome en su camino confuso de creer que algo es verdad, esas personas, andan de pie y solo se caen cuando lo deciden, las envidio y quisiera ser como ellas, fuertes y valientes, con sonrisas en el rostro y amor por la vida, esos ángeles son mis niños pequeños que me hacen reír cuando ya no dan ganas de hacerlo.
Algunos ángeles, no necesitan conocerte mucho tiempo para que se conviertan en tu protector, no necesitan saber tu vida entera, ni conocer tu currículum, solo son ángeles contigo porque les nace hacerlo, porque quieren hacerlo y les da la gana hacerlo, no necesitan leer tus libros, ni leer algún autor que les guste a ambos, solo quieren verte bien, para saber que alguien en el mundo, un ser nuevo y bendecido está sonriendo, y para ellos, eso es suficiente.
Algunos ángeles no saben que son ángeles, pero saben lo hermoso que es sentirse bien cuando lo son, los llamas y están a tu lado, los buscas y ya están en tu puerta sin rastro GPS, les escribes y ya te están contestando inmediatamente para decirte: “No te preocupes, yo te apoyo”, ellos, esos ángeles desinteresados, los considero mis amigos, porque personas normales pueden ser conocidos, pero amigos solo son ángeles del mundo con ganas de convertirse en celestiales.
También están los ángeles de tu compañera, que sin querer o queriendo te alumbran a ti, que a pesar que te conozcan poco, su amor por tu amor les hace tragarse la saliva y dejarte hablar para convertir no el agua en vino como Jesucristo, pero si un mal momento en uno mejor, con su apoyo en todo, con sonrisas, un plato de cena o una cama donde dormir, así te molesten de madrugada los fantasmas.
Y por eso, he aprendido que la vida está llena de personas con alas grandes que rebotan en el horizonte, con alas enormes que las hacen volar y también está llena de angelitos bien paridos que el mundo se ha encargado de convertir en diablitos, a ellos también les debo mucho, ¿por qué?, ¿qué se sería de mi mundo sin la fatal noticia de saber que algo no salió bien?, si fuese perfecto, mis ángeles no hubiesen aparecido, porque olvidaba decir que no son como los “normales” que están más en las buenas que en las malas, podría decir sin tapujos ni rescoldos, que están más en las malas, porque es ahí donde se miden las alas de los ángeles.
Sí, lo sé, somos seres inconclusos que buscan concluirse en algún momento, mientras tanto, en el camino, seamos ángeles de otros y dejemos que estos ángeles que van de pie y a veces con terno, en short o en sandalias nos guíen en este mundo que no pidió ser así, pero tampoco pide ser peor.
Seamos ángeles y toquemos las puertas, porque hay muchas en el mundo y nunca sabemos si esa puerta no quiere abrirse o simplemente el timbre no suena porque no hay dinero para pagar el recibo de la luz.

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