Si te metes con mi hija
- Alfonso Bocanegra
- 30 ago 2018
- 3 Min. de lectura
Si te metes con mi hija no diré nada, pero lo escribiré todo, meditaré sobre tus actos sobre mi escritorio y te escribiré una carta que nunca te entregaré, pidiendo miles de “padres nuestros” a tu favor y un millón de “ave marías” a tu nombre, pidiéndole al dios de tus padres que te cuide y pidiéndole también a tu madre por tu sanación.
Si te metes con mi hija me quedaré callado mirándola llorar, caminaré por la noche alrededor de tu casa esperando cual perro sabueso tu huida clandestina a comprar pan, ya sea de día, ya sea de noche, para seguirte por el camino a la panadería, seguro voltearás a mirarme sin reconocerme (puedo ser el rey del disfraz también), seguirás volteando de regreso y esa noche no podrás dormir, porque sabes que algo has hecho y dormirás intranquilo pensando en esa sombra que te sigue, te sigue y no te escapas.
Si te metes con mi hija y llora en mi hombro, no maldeciré tu nombre, ni buscaré tu número en las páginas blancas que ya no existen, para llamar a tu fijo en la madrugada y preguntar por ti, te llamaré y cual cobarde empedernido escucharé tu voz seguramente tambaleante repetir tantas veces “aló” como cada lágrima de mi hija en su almohada, no te haré nada, no te preocupes, pero estoy seguro no podrás dormir.
Si te metes con mi hija no buscaré la escopeta que compré para ti cuando era niña, no le sacaré brillo ni la pondré a rodar por el barrio, que los locos no se enteren que lo estoy, que me encierren si quieres por la foto que conocerás de mi escopeta antes de haber lastimado a mi hija, esa foto quedará grabada en tu memoria, en tus sesos, en tu andar, en tu estómago.
Si te metes con mi hija y a rabiar hablas mal de ella, no te buscaré como lo haría cualquiera para decirte lo que ahora yo pienso de ti, pero te pensaré todas las noches antes de dormir como para tenerte en mis manos y moldearte cual pedazo de arcilla sin mareos, y crear en ti un hombre nuevo que mi hija merezca, pero que nunca vas a ser.
Si te metes con mi hija, recordaré mis años mozos y sonreiré aunque me duela, dejando que crezca por su traspié, sin juzgarla, sin reírme, sin odiar y solo amar, amar su momento y su disfrute de esta tristeza inmensa que le has creado y que hoy pagas con mis palabras en un papel.
Si te metes con mi hija estaré con ella, le contaré más cuentos de los que le contaba cuando era niña, para que se dé cuenta que todos los cuentos no son iguales y que el mejor cuento es el que se escribe con pluma propia y no con pluma ajena, el mejor cuento viene de uno cuando uno quiere escribir y no plagiar.
Si te metes con mi hija respiraré cien y más veces para no salir a estallar como bomba que recae en el tiempo, respiraré y respiraré sin explotar, bebiendo sorbos de ron y pequeñas fracciones de tabaco en filtro para no pensar y dejarme llevar por el amor a ella y no por la pasión al mundo en esta historia del que tú eres el autor.
Si te metes con mi hija, no me temas, me quedaré callado, que todos los actos sobran cuando de hijas se trata, porque el mayor acto es dejarla crecer y permitir que muchos idiotas pasen por su vida, dándose cuenta ella misma que son idiotas, hasta que llegue el día en el que le abracen el alma y toquen su puerta para decirle: “Eres valiente” y a ese, tampoco le haré nada, solo le entregaré lo que con tanto amor cuidé y transformé en un ser inmortal para mí, sabiendo que él sabe que el más inmortal y tierno placer es tomar la mano hija, para toda la vida.

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