El poema que faltaba
- Alfonso Bocanegra
- 14 may 2019
- 3 Min. de lectura
No era yo el hijo perfecto, nací de tarde, mientras estabas ocupada buscando mejorar como siempre la economía del hogar, buscando ser feliz en este mundo de infelices, pero eso a ti no te importaba, buscabas siempre lo mejor, así eso no sea lo más increíble para ti.
Me buscaste la mejor ropa desde que nací, aunque el primer día de nacido papá estuviese “no habido” festejando mi llegada pero olvidando que llegué, tejiste con tus manos el manto más delicado para darme calor en un Julio friolento que no sabíamos que iba a empeorar, cuidándome con mis pañales de tela que pacienciosamente lavaste, es decir desde bebe tapabas mis cagadas y aún ahora tan llena de amor, lo sigues haciendo sin fruncir el ceño.
No te ofendiste el día que te respondí por primera vez, pensando erróneamente que eras una mala mamá solo porque me mandabas a limpiar mi cuarto. “Cuando te cases, tu esposa te va a botar a patadas” sentenciabas llena de sabiduría y yo renegando, sin bajar la mirada, porque me enseñaste a nunca hacerlo, tomaba el trapo y limpiaba de mala gana, esperando algún día irme de la casa, y el día que lo hice, como extrañé tus gritos y no haber aprendido a limpiar con alegría como tú lo haces, por el simple hecho de saber que tu casa huele bien o que no ensucien el piso porque está recién encerado, no aprendí a disfrutar el amor a estar limpio.
Siempre quisiste estar allí en los momentos más oportunos, aunque el primer día de la universidad me seguiste hasta el paradero escondiéndote detrás de un árbol, viendo con ojos vidriosos como tu hijo estaba creciendo y aunque poco a poco lo estabas perdiendo de tus manos, sabias a ciencia cierta que nunca me iba a ir y mientras más me alejaba según yo, más quería volver, porque tu amor no se compara a ninguno del mundo, porque el mundo no comprende los amores de madre.
Cuando estaba lejos orabas por mí y cuando estoy contigo oras para que no me vaya, recordando tus cuatro partos como si cada día nos parieras nuevamente, sufriendo por nosotros porque no te llamamos, o porque algo nos pasa y lo sientes, no te preocupes mamá que si nos pasa algo venimos corriendo y si no venimos te pensamos y recordamos tu vida para inspirarnos.
Los problemas llegarán cada día y tus hijos como buenos guerreros de tu vientre lucharemos para que no nos dañen tanto, con el escudo de tus palabras y el caparazón de tus besos al dormir.
Estamos seguros que no te vas a ir nunca, porque tus manos pecosas y llenas de historias tocaron nuestro rostro cada vez que derramábamos lágrimas y cada vez que nos dijiste: “¿Cuántas veces te lo dije?” o con el clásico: “Si lo encuentro yo, ¿qué te hago?” y aparecían las cosas como si el mismo Copperfield te hubiese enseñado sus trucos.
No te gusta que te vean llorar, así sepas tu misma que el corazón se te sale por los ojos cuando de injusticias se trata. Aprendiste a callar porque así te lo enseñaron, pero en tus ojos se ve la rabia de todos los momentos que te quedaste en silencio queriendo responder como una leona, pero callando como un pequeño gatito.
Te cuento mamá que nunca volveré a callar nada, así sea escribiendo lo diré, porque tus abrazos clandestinos, con una vela cuando por las noches me enfermaba y preferías no prender la luz porque papá siempre pensaba que se gastaba en vano, recuerdo esos momentos como si fuesen hoy mismo y tu abrazo se siente suave y delicado porque estás aquí aunque vivamos a unos kilómetros de distancia y si un día te vas a más kilómetros, aunque me tarde un poco en ir a buscarte, te volveré a encontrar, como se encuentran se encuentran las cosas más bellas, para hoy y para siempre.
Tus manos pecosas, tu sonrisa, tus palabras de aliento y tu amor de madre que el mundo nunca entenderá se quedará conmigo todos los días como ejemplo de vida y tejeré con mis manos tu nombre para que nunca te vayas y te quedes conmigo y mis hermanas, tus cuatro triunfos por los que viniste al mundo y nunca te irás, porque las personas inmortales como tú, nunca se van, aunque la vida sea finita, tus besos y tu amor es infinito.
Toma fuerte mi mano mamá y sonríe un poco para la foto.

Comments